La idílica relación entre Angela Merkel y los alemanes está en crisis. Hace ya tiempo que hay síntomas de cansancio en el electorado alemán, acrecentados por la gestión de la crisis de los refugiados. Igual que en el resto de Europa, la confianza de los ciudadanos en los partidos clásicos se ha resquebrejado. Lo ha aprovechado el ultraderechista AfD para situarse como tercera fuerza política en todas las encuestas, logrando excelentes resultados tanto en los estados del este como en algunos del oeste.
Las elecciones de septiembre, con el SPD en el peor momento de su historia, iban a tener sólo dos alicientes: comprobar la fuerza real de los populistas xenófobos y la resistencia de Merkel. Pero apareció Martin Schulz para patear el tablero político alemán.
La designación de Schulz ha sacado a su partido de la melancolía y la resignación, colocándolo en una posición óptima para ganar la contienda electoral. Según los institutos demoscópicos, ha pasado de pelear por no bajar del 20% a estar en condiciones de superar la barrera del 30%, algo que el SPD no logra desde los tiempos del canciller Gerhard Schröder.
Ante este terremoto político es lógico preguntarse si este crecimiento es una tendencia o estamos ante algo temporal; en definitiva, si Schulz es capaz de ganarle a Merkel.
Hay cinco motivos por los que Schulz puede ser optimista:
1- Las emociones: las elecciones alemanes, como todas en los últimos años, van a tener mucho más que ver con la emoción que con la razón. El periódico Die Welt acuñó hace unos días el término merkelmüde, uniendo el nombre de la canciller y la palabra cansancio, para simbolizar el actual estado de ánimo de los alemanes. Ese sentimiento no se había trasladado al escenario electoral, porque no había una alternativa. La aparición de Schulz, que ha sido capaz de venderse como nuevo pese a llevar toda la vida en política, lo cambia todo. Su relato personal genera adhesiones entre el alemán medio.
2- El relevo natural y tranquilo: para los poderosos Schulz es tan establishment como Merkel, pero a la vez puede presentarse como alguien ajeno a los centros de poder ante el electorado que demanda cambio por el hastío con las instituciones. El pueblo alemán es muy conservador, más en tiempos convulsos, pero Schulz no provoca temor a nadie.
3- Los valores socialdemócratas: es el primer aspirante a canciller del SPD en mucho tiempo que encarna esos valores y su biografía lo evidencia. El ex librero sabe lo que es el desempleo, el alcoholismo, perder a la familia y caer en el pozo. Pero también levantarse, luchar y reinventarse. Conoce bien la importancia de tener una segunda oportunidad. Puede decir con legitimidad que él defiende la igualdad de oportunidades para todos, vengan de donde vengan, tengan la historia que tengan. Eso en un país, que a pesar de su fortaleza económica deja a mucha población fuera de la geometría del bienestar, es decisivo.
4- El outsider: Schulz ha forjado su carrera política en Europa y su participación en política nacional ha sido escasa, por lo que no sufre el desgaste de los principales líderes de su partido con tareas de gobierno. Esto le permite tener mayor libertad a la hora de plantear cambios de rumbo o incluso críticas a las políticas del ejecutivo. Y le da la oportunidad de patearse Alemania en estos meses, mientras su principal contrincante está ocupada en gestionar.
5- Antídoto contra la decepción: el SPD ha sido la fuerza que mayor caudal electoral ha perdido en las últimas décadas. La Agenda 2010 supuso para muchos la ruptura de la confianza en su partido, y la ausencia de una línea política nítidamente alternativa a Merkel sumió en la decepción a sus potenciales votantes. Un gran porcentaje optó por la abstención o el voto a Los Verdes, pero también hay fugas a Die Linke y a la CDU de Merkel. Según las encuestas, Schulz ha despertado esperanza en ese electorado perdido, siendo los abstencionistas (un 3% del electorado saldría de la abstención para votar al SPD) y el trasvase desde Los Verdes sus principales fuentes de crecimiento.
Quedan ocho meses para las elecciones y la única evidencia es que todo está por decidir. El relevo de Sigmar Gabriel por Martin Schulz ha cambiado ya el curso de la historia alemana. Ahora falta comprobar si el ex presidente del Parlamento Europeo sabrá aprovechar sus buenas opciones para ser canciller y terminar con la era Merkel.