Una tradición alemana muy arraigada es la de buscarle nombres a las distintas constelaciones de partidos que pueden formar una coalición. Gran Coalición es la más conocida y refiere a la condición de partidos mayoritarios de la Unión Demócrata Cristina (CDU) y de la socialdemocracia alemana (SPD). Más allá de que esta condición de «mayoritario» ya es muy discutible, cualquier alianza gubernamental entre ambas fuerzas es denominada gran coalición y es la que gobierna en Alemania desde 2013.
Existen otro tipo de coaliciones, algo más complejas, que precisan de tres partidos políticos. La fragmentación actual de los distintos parlamentos regionales en todo el país ha favorecido la formación de esas alianzas. Y con ella se han comenzado a difundir los nombres para cada una. La mayoría de ellos hace referencia a los colores propios de los partidos. Y esa combinación, en asociación libre, recibe el nombre de algún país cuya bandera se corresponda. Por ejemplo, coalición Jamaika (CDU-Negro, Grünen-Verde y FDP-Amarillo), coalición Kenia (CDU-Negro, SPD-Rojo y Grünen-Verde) o coalición Deutschland (CDU-Negro, SPD-Rojo y FDP-Amarillo).

Las encuestas más recientes indican que una de las posibles coaliciones sería un pacto entre los democristianos y conservadores bávaros (CDU/CSU) y los verdes (Bündnis 90/Die Grünen). En este caso no se habla de una bandera sino que se le asigna el nombre de la fruta, cuyo interior los posee: el kiwi.
¿Es viable una coalición Kiwi?
La coalición Kiwi, de mantenerse esta intención de voto, es la más potable políticamente en Alemania aunque no necesariamente la más sencilla. Por su parte, la CDU vive un proceso de interna irresoluto. El fin de la era Merkel ha desatado una guerra de sucesión que tiene como eje principal el crecimiento de los ultraderechistas de AfD. Desde ya que en el fondo hay cuestiones ideológicas y viejas rencillas políticas, pero los dos relatos que luchan por quedarse con el poder están bien claros.
Por un lado, están quienes creen que la CDU se ha «socialdemocratizado» demasiado. Que se ha perdido el perfil y que el votante de la centroderecha clásico ya no confía en el partido. En las últimas elecciones del Este la fuga ha aumentado el caudal electoral de la ultraderecha. Tal es así que AfD posee un apoyo de alrededor del 25% en toda la ex RDA. Este grupo pretende llevar adelante una estrategia de reperfilamiento de la imagen de la CDU. Proponen endurecer el discurso sobre la inmigración, resaltar valores conservadores y hasta incorporar algunos elementos nacionalistas. En otras palabras, pretenden parecerse a los ultraderechistas.
Frente a ellos aparecen los herederos de Merkel. Aquellos que promueven una postura más abierta, que apunta al consenso y que teme la perdida de su base electoral más moderada. Son los guardianes del «centro». Saben que si en el Este el votante descontento se ha fugado a AfD, en el Oeste ha sucedido algo similar pero con los verdes. Claro, los verdes ofrecen un discurso distinto. Ya no se trata de intransigencia y superioridad moral. Los verdes han logrado conformar un discurso más integrador, que en lugar de buscar diferencias busca coincidencias. El grupo más moderado de la CDU cree que la radicalización del discurso favorecerá tanto a AfD, la derecha radical original, como a los verdes, el refugio de los democristianos de centro.
Durante el 2020 veremos cómo se dirime esta pelea. En caso de imponerse el segundo grupo, una coalición Kiwi sería muy posible. Uno de los líderes de la CDU que representa a este conjunto es Armin Laschet, Ministerpräsident (gobernador) de Nordrhein-Westfalen. Laschet siempre ha tenido diálogo con los verdes. Comparte incluso algunos aspectos de la agenda de los ecologistas.
Por el contrario, si prevalece el sector más alejado de la canciller se abrirán nuevos escenarios. En ese grupo existen contactos y conexiones informales con ciertos dirigentes de AfD. Especialmente en el Este del país. Esto no se traduciría necesariamente en una alianza de gobierno, pero sí clausuraría casi definitivamente un pacto con los verdes. En todo caso, la CDU estaría dando espacio a la normalización de la ultraderecha y eventualmente a una fuerte polarización en el escenario político alemán.