Las elecciones regionales están a la vuelta de la esquina. La canciller no quiere quedarse de brazos cruzados y ver como su CDU recibe otra bofetada. «Angela Merkel saca el comodín antes de los comicios en Hessen: La canciller quiere impedir que se prohiban la circulación de autos diesel en ciudades en las que los límites de contaminación apenas sean superados. Por ejemplo en Frankfurt». Eso dice la bajada de esta portada de Die Welt kompakt:

Die Welt kompakt, 23 de octubre de 2018: “Prohibido prohibir”. La versión digital se puede adquirir aquí.

Para entender esta movida de Merkel podemos resumir el Diesel-Affaire en tres etapas:

1- Las empresas fabricantes de automóviles, todas ellas, cometieron fraude al modificar mediante un software los valores de emisión de gases de sus vehículos diesel.

2- Cuando esto se conoció el gobierno federal no brindó un mensaje claro y con ello dejaron desorientados a los defraudados clientes dueños de un automóvil diesel. Algunos decían que el auto iba a ser modificado, otros que con un nuevo software bastaba. Las empresas se negaron a lo primero y ofrecieron lo segundo. El gobierno no dijo nada.

3- En distintas ciudades de Alemania comenzó a extenderse una prohibición para los autos diesel, lo que generó la ira de aquellos que, sin saberlo, habían adquirido ese modelo. La situación provocó presión suficiente para que se lleve acabo una «cumbre del Diesel» entre las empresas y los políticos. El resultado fue todavía más confusión: habría descuentos para cambiar el vehículo, pero sin aclarar en cuáles casos tendría lugar, ni cuál iba a ser el monto, ni quíen lo iba a determinar.

En este marco tuvieron lugar las elecciones en Baviera. El partido verde, gran ganador de la jornada, recibió casi tantos ex votantes conservadores (CSU) como socialdemócratas (SPD). Un partido sandía: verde por fuera, rojo por dentro, pero con semillas negras (el color que identifica al partido conservador). Parte del trasvase se explica en la indignación de aquellos votantes conservadores dueños de un diesel que vieron cómo su partido (CDU/CSU) los abandonaba. Así le fue a la CSU en Baviera: caída de 10 puntos.

 

Merkel quiere evitar que se repita esta situación en Hessen. Quiere detener la revolución verde. Se ha metido de lleno en la campaña, algo que no la CSU no le permitió hacer. Al contrario, en su lugar invitaron al canciller de Austria (!), Sebastian Kurz, líder de la coalición conservadora-ultraderechista.

La canciller quiere impedir que avancen las prohibiciones y con ello contentar a los afectados por el fraude de las grandes empresas alemanas de automotores. Sin embargo, esta jugada de Merkel nos obliga a hacernos algunas preguntas: ¿Alcanza con prohibir que se prohíba? ¿Aquellos que fueron estafados, no preferían que la canciller se ponga de su lado y endurecer su postura con las empresas? ¿Por qué en Estados Unidos las compañías reaccionaron de manera diferente que en Alemania? ¿Forzar los límites de emisión de gases en ciudades, no es una medida contraproducente si la protección medioambiental es hoy en Alemania tema prioritario?

El impacto del plan de la canciller lo conoceremos muy pronto. Más precisamente este domingo. Los resultados preliminares y el análisis lo podrán seguir como siempre en este blog o en twitter bajo el hashtag #HessenVota.

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