Elecciones en Berlin: Derribando cuatro mitos

Las elecciones de Berlin dejaron muchos datos interesantes entre los que se pueden destacar:

  • La peor elección en la historia para la Unión Demócrata-Cristiana (CDU): 17,6% (-5,7).
  • El resultado del partido socialdemócrata (SPD), que con apenas 21,6% (-6,7) se queda con el primer lugar y se convierte en el ganador con menos votos de la historia de Alemania.
  • Un parlamento conformado por seis partidos políticos y una coalición de gobierno que necesitará de tres de ellos.

Podríamos continuar con este listado de novedades pero sabemos que en varios medios se da cuenta de ellas. Es por ello que nuevamente nos proponemos correr el eje y dedicarnos a solo cuatro reflexiones importantes que en gran medida pueden ser trasladadas a los análisis generales de la política alemana. A saber:

1- La socialdemocracia cambió y los únicos que no se dieron cuenta fueron los socialdemócratas. Históricamente el concepto de «justicia social» ha sido una bandera del SPD y la sociedad ha percibido en concordancia las competencias de este partido en dicho tema. De la frase anterior solo queda la primera parte.

Las encuestas indican que los socialdemócratas berlineses perdieron 8 puntos en la categoría «justicia social». Es decir, menos de un tercio cree que este partido pueda ocuparse de este problema con éxito. El contraste con die Linke, que recuperó 9 puntos en esta competencia, explica en parte porqué fueron receptores de casi el 30% de los votantes del SPD que decidieron cambiar su voto el domingo. El escenario se completa con un vistazo a los votantes socialdemócratas según profesión. Allí se observa que en su electorado tanto obreros como desempleados están infrarepresentados.

Si a esto le sumamos el retiro de el último pop-star del SPD, el ex-Alcalde Klaus Wowereit, el problema parece que va a profundizarse. A partir de octubre de este año Michael Müller (SPD) comenzará su segundo período y tendrá por delante la dura tarea de devolverle la identidad histórica a su partido. O inventarle una nueva.

2- Verdes: los conservadores urbanos. Hemos notado que a muchas personas les cuesta no relacionar al partido Verde con la idea de un votante hipster, cool, progre. Si en una visita relámpago a Berlin se visitan los barrios de Friedrichshain y Kreuzberg, es muy probable que ese premisa se verifique con éxito.

Los votantes verdes son mucho más que eso. Los votantes verdes son más conservadores de lo que piensan. Su situación económica es entre buena y muy buena, sus mayores preocupaciones son la ecologia, el comer sano, pero también una educación de excelencia para sus hijos. Los alquileres que pagan están entre los más caros de la ciudad y los precios en los bio-supermercados que frecuentan superan con holgura el promedio.

Barrios como Friedenau o Grünewald se caracterizan por albergar a la burguesía conservadora típica de Berlin occidental. Asimismo otras zonas, antaño pobres y desprestigiadas, han sufrido un proceso de «Gentrifizierung» tan fuerte que han disparado los alquileres y se han convertido en barrios casi exclusivos (parte de Moabit, sur de Pankow). En todos estos territorios, los candidatos verdes han logrado sus mejores resultados. Su agenda no pierde todos sus elementos de izquierdas, pero aquellos que los votan ya no son los revolucionarios de los 80. Tampoco son hipsters o snobs. En realidad son familias jóvenes que los prefieren a la CDU y los perciben como un partido que puede escuchar sus demandas. Demandas que el paso del tiempo los ha llevado de amor libre a una buena escuela para mis hijos.

3- El partido pirata se fue, el voto de prostesta creció. La desaparición del partido pirata de la escena política de Berlin fue lo menos sorpresivo que dejó esta eleción. Lo que por el contrario resulta sorpresivos son los análisis del trasvase del voto pirata. Veamos:

Los piratas nunca tuvieron un electorado propio. Fueron depositarios de una necesidad de ejercer un voto de protesta en el año 2011 que los convirtió en sensación con un 8,9%. Cuando se observa el trasvase de 2011 se ve, por un lado una clara correspondencia entre die Linke y los piratas, por otro una movilización importante entre los no-votantes (50%). Este electorado pirata buscaba castigar a los partidos tradicionales eligiendo una opción no convencional, abandonando temporalmente incluso a la izquierda. Sin embargo, este tipo de conglomerados no son estables dada su naturaleza heterogénea. Tal es así que a más de un año de terminar la legislatura más de la mitad de los miembros de su grupo parlamentario (Fraktion) se había desafiliado del partido.

En 2016 aquel voto de protesta no solo se redistribuyó sino que creció. El voto pirata volvió a die Linke mayormente, y en menor proporción se redirigió hacia la ultraderecha de AfD. Ahora bien, el incremento de la participación en 6 puntos impactó mucho más en el gran resultado de AfD. Así como se viene dando en las elecciones recientes, la ultraderecha se benefició del enfado con los partidos tradicionales y movilizó electores antes apáticos y decepcionados. Berlin no fue la excepción y AfD logró 14,2% y cinco mandatos directos.

4- Merkel siempre tiene la culpa. En el post de la elección pasada intentamos reflexionar sobre lo que implica intentar explicar el crecimiento de la ultraderecha alemana (AfD) como un mero efecto de la crisis de los refugiados. Hoy creemos conveniente profundizar sobre otro aspecto de este tema: la práctica extendida de analizar todo lo que le sucede a la CDU como un efecto de lo que hizo o ha dejado de hacer Angela Merkel respecto de la política de refugiados.

Meses antes de la famosa «crisis de los refugiados» publicamos este artículo en la revista Beerderberg. Alli comentábamos la curiosa paradoja alemana dada por el implacable éxito de la canciller y los paupérrimos resultados de sus partido a nivel regional desde que ella ostenta dicho cargo. En otras palabras, los sucesivos fracasos de los conservadores a nivel regional y local no son nuevos. La caída es una constante y las causas pueden tener que ver con la canciller, pero no necesariamente, o al menos exclusivamente, con la crisis de refugiados. Merkel es una figura fuerte y en su larga carrera ha dejado muchos heridos. La mayoría de ellos eran cuadros políticos interesantes que podían poner en riesgo su puesto. La canciller siempre supo allanar el camino. Esto tuvo como daño colateral la progresiva eliminación de cuadros medios interesantes que a nivel regional pudieran competir con liderazgos carismáticos de otros partidos. El punto es que desde el 2005 la CDU solo ha conocido el éxito cuando el afiche electoral ponía: Angela Merkel. Naturalmente existen las excepciones.

Es posible que el factor «Merkel» tenga que ver con el resultado de la CDU. En parte por lo mencionado arriba y en parte por el tema de los refugiados. Ahora bien, en Berlin existen otros determinantes del voto. Por ejemplo la incapacidad del candidato conservador Frank Henkel para resolver temas de política interior, tráfico de drogas, campamento de refugiados, etc.

Nosotros optamos entonces por evitar el reduccionismo y pensar que, como en las elecciones de Mecklenburg-Vorpommern, para entender estos resultados el foco debe estar dirigido hacia los problemas de desigualdad y descontento con los partidos políticos tradicionales.

 

Agradezco a Raúl Gil como siempre por su mirada perspicaz que me ayuda a observar esos detalles fundamentales. Y también a Zirahuén Villamar por las discusiones post-electorales. 

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Fuente de todas las gráficas: wahl.tagesschau.de.

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