El reordenamiento de la derecha alemana

El éxito electoral de Alternativa para Alemania (AfD) en las últimas elecciones regionales y en las europeas representa un cambio profundo en el arco político alemán. Por primera vez desde finales de la segunda guerra mundial aparece un partido que según sus posiciones políticas se ubica a la derecha de la Unión Demócrata-Cristiana (CDU) de Angela Merkel. AfD se lanzó al espacio público alemán con una fuerte crítica hacia la Unión Europea, pero con el correr de las elecciones regionales su programa político fue incorporando posiciones conservadoras y ultraconservadoras. Algunas declaraciones y carteles electorales dan cuenta de un discurso que puede calificarse de racista y xenófobo:

Ahora bien ¿qué representa su aparición en el escenario político alemán? AfD viene a sacudir algo que durante décadas se mantuvo constante y sin sobresaltos: la derecha alemana. Así como sucedió con la izquierda que pertenecía tradicionalmente al partido socialdemócrata (SPD). La izquierda vivió el surgimiento de los verdes (Bündnis 90/die Grünen) en los ´80 y tras la caída del muro de Berlin se tuvo que reorganizar a raíz del surgimiento de Die Linke. Hoy la derecha vive una situación similar. El crecimiento de AfD, ya sea en términos electorales como en presencia mediática, ha enterrado lo que fuera una suerte máxima de la Unión (CDU/CSU): «No debe existir ningún partido legitimado democráticamente a la derecha de la CDU/CSU.» Esto significa que por primera vez la estrategia de «crecer hacia el centro» de Merkel muestra una debilidad. Es hora de que los estrategas de la Unión obren con inteligencia, y que la desesperación de tener un enemigo en la misma vereda ideológica no lleve a decisiones precipitadas como por ejemplo una radicalización del discurso. No es una tarea fácil. Ejemplo de ello es la vergonzosa propuesta de la CSU para controlar que en cada casa se hable el idioma alemán.

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Resumen de la propuesta de la CSU en su congreso partidario de diciembre de 2014: Reglas bávaras de convivencia: Aprender el idioma, obedecer el derecho y la ley, ganarse los medios de vida, vivir «con» nosotros en lugar de «contra» o «al lado» de nosotros. Asi se logra la integración!

Una idea que no solo no es factible, sino que generó la perplejidad y crítica en la propia clientela conservadora. Es que una cosa es promover el idioma alemán, y otra es meterse con lo que sucede en el seno de la familia, perjudicando la educación de los niños que deberían crecer bilingües. El discurso de la identidad de la CSU parece tomar un rumbo reaccionario. Está claro que el tema de la inmigración no es nuevo, pero los euroescépticos lograron un reframing del mismo y con él desintegraron el tratamiento políticamente correcto del issue.

La CSU se subió al tren y, convencida de que el corrimiento hacia la derecha es la estrategia correcta, hace propuestas como la mencionada policía del idioma o simplemente recurre a frases populistas sin sustento alguno que solo logran la criminalización del inmigrante. Es un riesgo importante, no sólo por como pueda repercutir entre los conservadores a nivel federal, sino por lo que puede generar en términos de tensiones sociales y fomento del odio hacia el inmigrante.

Actualmente se observa en Alemania el inicio de una polarización social que tiene como eje el tema de la inmigración y la llegada de exiliados desde distintos lugares del mundo. Manifestaciones de grupos anti-Islam y de sus detractores se multiplican en todo el país. El clima se torna complicado y la política debe comenzar a ofrecer respuestas antes de que se precipite la violencia. Para la Unión (CDU/CSU) este es el peor escenario: por un lado AfD presiona desde la derecha y no pone reparos en justificar discursos xenófobos de los radicales, por otro, los votantes de centro que apoyan la moderación de Merkel y su CDU podrían espantarse si la Unión decide endurecer sus posiciones. El 2015 será un año muy complicado para Alemania, pero lo será en especial para la CDU.

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