Doce puntos es la diferencia que existe entre la intención de voto a la formación ultraderechista de AfD según el sector de Alemania observado. En los territorios de la vieja RDA el 25% votaría hoy a AfD. Al otro lado, en el oeste, las encuestas le otorgan el 13%. Algo similar sucede con la izquierda (die Linke). Diez puntos de distancia entre la intención de voto en el este (18%) y la del oeste (8%). Estamos hablando de diferencias que se manifiestan apenas cruzando una frontera. Una frontera que ya no existe más. ¿No?

Hace casi treinta años la frontera que dividía a las dos Alemanias dejaba de existir. Alemania reunificada se convertía en una promesa de paz y de reconciliación. Llegaba el desafío de la integración. Ardua tarea. Dos culturas, que llevaban separadas más de cuarenta años*, con dos sistemas de valores, dos economías, dos estructuras sociales y dos sistemas políticos diferenciados, por solo nombrar algunos.

Pasaron estas tres décadas. Resulta contraintuitivo pensar que una potencia económica mundial como Alemania no haya sido capaz de culminar exitosamente el proceso de reunificación. Y en efecto, los niveles de vida en el este han mejorado enormemente en relación a la era comunista. Sin embargo, existen muchos aspectos que muestran que aquella frontera todavía sigue allí.

En esta nueva sección «Dos Alemanias» nos ocuparemos de dar cuenta de aquellos aspectos en los que la cortina de hierro todavía es visible. Y también mencionaremos aquellos otros que reflejan lo contrario. Para empezar este recorrido veamos las últimas encuestas.

La intención de voto de septiembre en Alemania no ha cambiado demasiado en los últimos meses. El partido de Angela Merkel (Unión Demócrata Cristiana – CDU) sigue sin recuperarse del resultado electoral de hace un año y ronda los peores valores de su historia con apenas 30%. A duras penas la siguen los socialdemócratas (SPD), aunque ya hemos visto mediciones en las que quedan por debajo de los ultraderechistas (AfD). En todo caso, ambos pelean por el segundo lugar sin ser capaces de arrimarse al 20% de los votos. Los verden han crecido un poco y se han despegado del resto de los partidos minoritarios. En resumen, todo sigue igual.

Ese panorama se torna más interesante si observamos esas mismas mediciones del instituto Emnid desagregadas en este y oeste de Alemania. Aquel viejo eje, que en los últimos años se utilizaba con menos frecuencia, hoy cobra sentido en la arena electoral.


En el este, uno de cada cuatro votaría a la ultraderecha y uno de cada cinco a la izquierda (die Linke). Números impensables para estos mismos partidos en el oeste del país. Para los mayoritarios cruzar la frontera significa caer varios puntos en intención de voto y para los verdes resulta letal, como si se tratase de dos partidos diferentes. O de dos países diferentes: En uno serían los líderes de la oposición a la gran coalición, mientras que en el otro apenas si superarían el límite del 5% para tener representación parlamentaria.

Los casos de AfD y de die Linke marcan un elemento interesante: la necesidad de una respuesta alejada del sistema de partidos políticos más tradicional. Entre ambos suman casi el 50% de los votos. Existe un descontento social en aumento que se refleja en estos números y que está siendo capitalizado especialmente por los ultraderechistas. En el capítulo 6 del libro Factor AfD se profundiza sobre esta cuestión. El voto a die Linke ha sido por cuestiones históricas más potente en el este. Con lo cual no ha mejorado su intención de voto. Sin embargo, teniendo en cuenta que el resto de los partidos han caído en todas las regiones de la ex RDA, resulta interesante que haya sido el único partido capaz de mantener su electorado luego de la aparición de AfD.

Las encuestas a nivel regional marcan estas diferencias entre este y oeste de manera aún más pronunciada. La ultraderecha alcanza más del 20% en todas las regiones del este. Algo que no logra en ningún Estado del oeste, aunque cabe destacar que en el sur obtiene números por encima de los 10 puntos. Die Linke logra un promedio que lo acerca a los 20 puntos en el este, pero cae fuertemente en el oeste, tal como ha sucedido históricamente.

Las diferencias de intención de voto en el resto de los partidos según región muestran la tendencia inversa: cuanto más al este, menor es el porcentaje (con la excepción de Berlin, que claro cuya división histórica y posterior explosión demográfica le otorgan características especiales).

Estos datos ilustran diferencias importantes entre el este y el oeste de Alemania, la antigua RDA y su contraparte la RFA. En los próximos post de esta serie veremos otros aspectos y datos de las «dos Alemanias» que posiblemente sean factores influyentes en la intención de voto actual.

Otros posts de la sección «Dos Alemanias»:

¿Dos Alemanias? Intención de voto

* Diversos autores indican que las diferencias culturales entre las regiones del este y del oeste de Alemania pueden rastrearse en épocas anteriores. Algunos se remontan incluso a los límites del imperio romano a orillas del río Elba. Para más información recomendamos este libro de James Hawes.

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