La elección de ayer nos deja tres titulares: La ultraderecha tercera fuerza triplicando casi su resultado de 2013, los partidos mayoritarios fuertemente castigados logrando los peores resultados históricos, la disolución de la gran coalición seguida de un inédito tripartito de conservadores, liberales y verdes.

Vayamos un poco más allá y profundicemos en algunos datos que nos permitan entender mejor estos resultados. Nos concentraremos en Alternativa para Alemania (AfD) ya que su aparición obliga a una reestructuración del paisaje político, del discurso de los partidos y de las relaciones de fuerza que han cambiado para siempre.

1- La ultraderecha en el este. AfD ha trepado al segundo lugar en la antigua RDA llegando incluso a ser primera fuerza en la región de Sachsen. Esto expresa la potencia de los ultraderechistas para incorporar a aquellos electores decepcionados con los partidos políticos tradicionales y ávidos de una propuesta política que al menos «mencione sus problemas». En efecto, datos de Infratest dimap muestran que el 49% de los votantes cree que AfD ha entendido mejor que el resto de los partidos que la gente se siente insegura.

Este público se compone de los sectores más vulnerables y en ellos se activa el frame de la amenaza latente con el que los ultraderechistas trabajan desde hace tiempo. La amenaza para los votantes del este es múltiple: competencia por los recursos sociales con los inmigrantes y refugiados, miedo a la pérdida de la identidad, peligro de empeorar la situación económica personal.

2- Cuando el eje izquierda-derecha queda obsoleto. El punto anterior es la clave para entender la complejidad del fenómeno ultraderechista alemán que resulta inexplicable desde el punto de vista del eje izquierda-derecha. La transversalidad de AfD es tal que, pese a su discurso ultraderechista, compite mano a mano por el voto que históricamente había cosechado la izquierda alemana (die Linke).

La mayor pérdida de die Linke en relación a 2013 se da en manos de AfD. Unos 400.000 alemanes no tuvieron inconveniente en cruzar de vereda ideológica y engrosar el caudal electoral de AfD. Para explicarlo hay que entender que según su visión, este votante no ha cruzado ninguna vereda. Desde su punto de vista sigue estando del lado de los olvidados, de los indignados con el sistema y, en especial, de los perjudicados por la reunificación. El eje dentro-fuera es la clave.

3- ¿Está AfD circunscripto al este? Definitivamente NO. Así como AfD no se puede explicar como un fenómeno neonazi, tampoco es posible cincunscribirlo al este de Alemania. En siete de las 10 regiones de Alemania occidental AfD supera el 10% de los votos. Aquí entran en juego otras lógicas que determinan el voto. En concreto, hay que observar el trasvase desde la CDU de Angela Merkel.

chart_204972.jpgLuego del grupo de los abstencionistas, el ex votante de la CDU es el componente más importante de electorado de AfD. Estamos hablando de conservadores que vieron que Merkel ya tenía la elección ganada y no ponían nada en juego. Al contrario, veían la posibilidad de castigar a la CDU, y en especial a la canciller, por su política de refugiados, algo que venían haciendo durante las sucesivas elecciones regionales de 2016, y por la socialdemocratización de su partido. Merkel obtuvo el segundo peor resultado de la historia de su partido y esto no puede ser ocultado por una victoria electoral.

 

Fuente de los mapas: wahlatlas.net

Fuente de las gráficas: infratest dimap y wahl.tagesschau.de

1 comentario

  1. Parece que hay dudas sobre cómo adjetivar a la AfD, especialmente si vemos cómo ha recibido un gran número de apoyos de antiguos votantes de los herederos del SED. Como decís en el libro, no es un partido neonazi, pero visto lo visto tampoco parece muy preciso hablar de ultraderecha, porque sus votantes no lo son. Mucho menos «derechista», como le llama algún periodista sin atreverse a ir más allá. Yo propongo llamarlo directamente «ultranacionalista».

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